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En 2011 se celebra el Año Internacional de la Química, coincidiendo con el centenario de la concesión del Nobel de Química a Marie Curie. Esta es su historia.

La vida de Marie Curie fue pura lucha. Tuvo que superar infinitos obstáculos para dedicarse a la ciencia, dado que en su país, Polonia, las mujeres no podían ir a la universidad. Pasó hambre y frío, y arriesgó su salud con tal de no renunciar a su pasión investigadora. Y pudiendo hacerse rica con sus descubrimientos, se negó a patentar el proceso de aislamiento del radio dejándolo a disposición de la comunidad científica. Con todo, puede decirse que cumplió su sueño: fue la primera mujer que llegó a catedrática en la Universidad de París y la primera en ganar el Nobel, compartido con su marido Pierre Curie, por sus investigaciones sobre los elementos radiactivos.

Su nombre de familia era Maria Sklodowska. Nació en Varsovia, hija de un profesor de física y una maestra que murió cuando ella tenía 11 años. Desde niña fue una alumna brillante, con una excepcional capacidad de concentración, y a los 24 años se marchó a París a desarrollar una carrera científica, donde sobrevivió con los ahorros de haber trabajado como institutriz en Varsovia, la escasa ayuda que le enviaba su padre y el apoyo de su hermana mayor, Bronia, que vivía en la capital francesa. En 1893 acabó Física en la Sorbona con el número uno de su promoción y un año después conoció a Pierre Curie, otro científico vocacional con el que se casó en 1895. Pasaron la luna de miel recorriendo Francia en bicicleta.

Los Curie se instalaron en un apartamento de la rue de la Glacière, donde vivieron austeramente dedicados de lleno a su trabajo. Tuvieron dos hijas, Iréne y Eve, cuyo cuidado tuvo que compaginar Marie con el laboratorio; en eso también fue pionera. Como investigadora, estaba interesada en los nuevos tipos de radiación descubiertos por Roentgen y Becquerel. Utilizando las técnicas piezoeléctricas inventadas por su marido, Marie midió las radiaciones de uranio en la pechblenda, un mineral rico en dicho elemento. Cuando vio que las radiaciones del mineral eran más intensas que las del propio uranio, se dio cuenta de que tenía que haber elementos desconocidos aún más “radiactivos” –término que ella inventó–.

Pierre, que seguía con pasión el progreso de los experimentos de su mujer, abandonó su propio trabajo sobre magnetismo para ayudarla. En 1898, el matrimonio anunció el hallazgo de dos nuevos elementos: el polonio y el radio, aunque aún tuvieron que pasar cuatro años trabajando en condiciones precarias para demostrar su existencia. Finalmente, a base de tratar una tonelada de pechblenda, lograron aislar una fracción de un gramo de radio y en 1903 compartieron con Becquerel el Nobel de Física, con cuyas ganancias instalaron un baño nuevo en su casa.

Pronto llegaron la fama y los reconocimientos. En 1904, Pierre Curie fue nombrado catedrático de física en la Universidad de París, y en 1905, miembro de la Academia Francesa, cargos nunca ocupados por mujeres, por lo cual Marie no obtuvo el mismo trato pese a que el principal mérito de los logros comunes era suyo.

Aun así, las cosas les fueron bien hasta que en 1906, Pierre murió atropellado por un coche de caballos. Marie continuó con su trabajo y heredó la cátedra en la Sorbona que había ocupado su marido, la cual compaginó con sus investigaciones sobre el radio y sus compuestos, que le llevaron a ganar el Nobel de Química en 1911. Luego fue nombrada directora del Instituto del Radio de París. En 1921 viajó a EE UU, donde fue recibida como una verdadera figura. Murió de leucemia en 1934.